viernes, 17 de abril de 2015

PROBLEMAS TÉCNICOS DEL AVE DE MEDINA-LA MECA por Juan Esteo García-Zozaya

Hace pocos meses, una carta del ministro saudí de Transportes sacaba a relucir los problemas políticos y técnicos que amenazan la construcción del tren a La Meca, un proyecto valorado en 6.700 millones de euros que consiste en la construcción de la denominada 'superestructura' (las vías y los sistemas de comunicación, electrificación y seguridad) de la línea, de 450 kilómetros de longitud. El plazo de ejecución de la obra está fijado para finales de 2016.



El principal desencuentro hasta la fecha es el incumplimiento de plazos (de los cuales no son culpables las empresas españolas), que se ha visto agravado con la reciente dimisión de dos altos cargos del AVE a La Meca.

El principal obstáculo no obstante lo representan los problemas técnicos como la falta de fondos para instalar vías especiales y la ausencia de plan B si fallan las medidas para mitigar el impacto de la arena en los trenes. El AVE a La Meca es uno de los mayores retos de ingeniería emprendido por un proyecto español. Es algo más que eso: nadie ha construido un tren de alta velocidad en el desierto. Por consiguiente es normal que de ciertos conflictos no haya referencias en la literatura científica: ¿cómo solucionar los efectos de las tormentas de arena y el avance de las dunas?, ¿cómo afectarán a las infraestructuras las diferencias de temperatura que se producen en algunas zonas, que alcanzan los 50 grados en el día y descienden hasta los dos grados bajo cero por la noche?

La oferta que presentó el consorcio español incluía la construcción de un muro de unos cinco metros de alto a barlovento y zanjas en los tramos con más arena. Sin embargo, ese proyecto se hizo sin analizar en detalle la zona. Eso es algo habitual en estos concursos internacionales en los que no se puede hacer un gran estudio antes de ganar el concurso.



Del terreno estudiado, un 48% son llanuras arenosas, lo más peligroso. Las dunas afectan solo a un 5% del trazado. El movimiento de la arena tiene generalmente una tendencia del Oeste-Noroeste y el Este-Sudeste, como los vientos predominantes. En verano el avance medio es de casi 50 metros al año, mientras que en invierno es de casi 15 metros. No hace falta una tormenta para generar problemas: vientos leves, de cinco metros por segundo a nivel del suelo, ya mueven la arena.

En las zonas más peligrosas, situadas en la llamada sección cuarta, el consorcio español ha colocado vía en placa, más sencilla de limpiar aunque mucho más cara. La vía se tiende sobre una placa de hormigón en lugar de las piedras (balasto) sobre las que normalmente va. Hay técnicos que creen que harán falta más kilómetros de vía en placa de lo planteado, lo que implicaría notables sobrecostes. También han construido vía en placa en terraplenes de hasta 10 metros de alto, algo que nunca se había hecho para la alta velocidad y que genera incertidumbres sobre cómo se asentará el terreno por si aparecen grietas.



Proponen que en algunas zonas se construya también un muro a sotavento, porque en invierno los vientos predominantes varían y pueden llevar la arena en una dirección que inicialmente no se previó. Sus advertencias están en un cajón.

La realidad es que este es un proyecto verdaderamente comprometido para los agentes españoles ya que “El muro y la zanja son una solución teórica, pero no comercialmente comprobada. Una vez que el muro detiene la arena o queda en el fondo de la zanja, ¿qué se hace con ella? Son millones de toneladas al año ¿Adónde se lleva? ¿Y a qué coste? Ojalá me equivoque, pero es dudoso que ese muro y zanjas funcionen sin arruinar el proyecto”.

Lo único que tenemos claro en el ICEX, es que a pesar de todos los problemas que pueden surgir, una obra como esta no puede ni debe perderse por lo que habrá que hacer piña, contratar a más gente para cumplir los tiempos y salir fortalecido en vez de arruinado de esta aventura en Oriente Medio. 

JUAN ESTEO GARCÍA-ZOZAYA

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